Fue un sábado, un día común, soleado y
muy caluroso así como suele ser en Ciudad Victoria, pero ese día tuvo algo
especial, algo... que es imposible de olvidar.
Alrededor de las 4 de la tarde, estábamos
10 personas sentadas en una jardinera de una iglesia muy bonita, cuando de
repente, se acerca una persona muy querida e importante para todos nosotros, (su
nombre es Fray Samuel). Él nos asignó una actividad que consistió en salir a la
calle para regalar abrazos a cada una de las personas con las que nos topáramos.
Después de un rato, decidimos ir a una
plaza pero, antes de irnos no quería hacer esta actividad porque me daba pena el llegar con una persona desconocida y
regalarle un abrazo. Al estar ya en el lugar me dije: - ya estoy aquí, no me
queda de otra-.
Recuerdo que al primero que abracé fue
a un hombre de la tercera edad. Él estaba barriendo la plaza, se veía preocupado
o pensativo, entonces, corrí hacia él y le dije: ¡Hola!, (con una sonrisa enorme
en mi rostro) ¿Me permite darle un abrazo? y él me preguntó con una voz indiferente: ¿Por qué? y le respondí entusiasmada: Porque hoy es un día feliz. Sin que me
respondiera nada me atreví a darle un abrazo enorme y le dije: Dios lo ama, todo
tiene solución. Así fue como el señor correspondió a mi abrazo y me dijo: ¡Muchas
gracias señorita!, luego me tomó de las manos con una sonrisa y continuó diciéndome: Es bueno que hagan actividades como ésta, así como
yo debe de haber más personas que necesiten un abrazo.
Cuando me dijo eso sentí una cosa extraña e inexplicable dentro de mí. De repente, mis ganas de seguir haciendo ésta actividad me entusiasmó mucho y seguí abrazando a las personas aunque me dijeran que no, y se reían. Me imagino que pensaban que estaba loca pero disfrutaba hacerlo.
Sin dudarlo, puedo decir
que es la mejor experiencia que he tenido, no existe mejor satisfacción que hacer
feliz a las personas, hacerles sentir que hay alguien que nos acompaña en todo
momento. Un abrazo significa mucho para los demás, es algo que los seres humanos necesitamos para sentirnos queridos, importantes y que no estamos solos.
Además, el brindar un abrazo y que te respondan con un gracias y una sonrisa es
uno de los mejores regalos que alguien puede recibir.
Los invito a regalar un abrazo y les aseguro que sentirán una gran felicidad y satisfacción.